viernes, 3 de enero de 2014

El escape


-¡Espera Thriketh! - El niño gritó a su mentor mientras se detenía en seco y volvía su mirada al pasillo silente que conducía a un salón lleno de celdas.
-Shhh- Apresuró el enano a callarlo- Cállate o nos van a descubrir, ahora aprieta el paso que tenemos que irnos.
-Pero no puedo dejarlos-Reprochó el niño haciendo un puchero, mientras regresaba a las celdas.
-¿Dejar a quienes mocoso? Ya han sido liberados todos los esclavos, ahora ven- Thriketh alcanzó al pequeño y lo tomó por el brazo, arrastrándolo hacia la salida, pero este se rehusó.
-Aún hay prisioneros, yo los vi, hay mapaches, zorros, grandes águilas, lechuzas, búhos, ¡te sorprenderías Thriketh!- El chico seguía forcejeando para volver y abrir las jaulas.
El enano resopló y soltó al chico de mala gana.
-Anda pues, abramos esas jaulas, pero que sea rápido y no vuelvas a gritar - Su voz era tosca y grave, demasiado poderosa para su pequeño tamaño, y a pesar de parecer enojado sus ojos transmitían comprensión.
El chico asintió con agradecimiento y emoción y corrió a abrir las jaulas, Thriketh no se quedó atrás y procedió a hacer lo mismo, gran sorpresa la que se encontró en una de las celdas, se trataba de un animal pequeño, parecía un mamífero y a la vez un ave, era similar a un perro largo, delgado, de un color negro, la única diferencia a un can común y corriente eran las alas que salían de su espalda, largas y emplumadas como las de un cuervo.
-¿Thriketh?- El niño jaló la manga de su mentor, algo preocupado, ya había liberado a todos los animales excepto a uno, el perro negro que había captado la atención del enano por varios minutos.
-¿Eh? Ah, si niño- Parecía un poco distraído, no era propio de él, abrió la jaula y observó al animal esfumarse rápidamente de la celda, como un rayo de oscuridad se esfuma al salir los rayos de luz. -También deberíamos irnos, mocoso.
El niño humano y su mentor salieron corriendo del edificio, el cual ya estaba envuelto en murmullos y maldiciones, guardias que correteaban de un lado a otro intentando capturar a los fugitivos esclavos y animales que hace un momento estaban tras las rejas, las luces de las antorchas iluminaban lo que estaba oculto en las sombras.

-Duro ¿Eh pequeño? Por eso te dije que no te separaras del grupo - Gruñó el enano con simpatía, mientras respiraba agitadamente, había sido una larga carrera del edificio a las orillas del bosque.
El discípulo tardó en responder, estaba tirado en el piso recuperando el aliento, lentamente se incorporó y después de un largo suspiro vio a su mentor.
- ¿Qué fue todo eso?- La pregunta cambió el gesto del enano por uno más serio y con un toque de rabia.
-Humanos, Kolen, humanos raptores, creen que el bosque les pertenece, y no solo el bosque - El enano hablaba casi escupiendo las palabras, con total desprecio y odio- Creen que los ocho reinos les pertenecen, toman y consumen todo lo que pueden, oro, plata, madera, aves, ciervos, incluso aprisionan a otros humanos y a otras especies, ya lo viste tú mientras ahora que te raptaron.
El niño se estremeció, no era un agradable recuerdo, aún le dolía todo el cuerpo de los porrazos que le metieron antes de encadenarlo, hablando de cadenas aún tenía la marca en sus muñecas y en los tobillos. Ciertamente vio de todo, habían muchas niñas humanas, algunos niños humanos, habían enanos y enanas, ogros, trolls, huargos, entre otras especies, todos ellos encadenados, y en otra habitación se encontraban los animales, parecían más limpios que los humanos pero igualmente maltratados.
-Thriketh... ¿Y qué planeaban hacerles? ¿qué planeaban... hacerme a mi?- Se aventuró a preguntar el niño humano de cabello cobrizo, con el sudor frío corriendo por su frente, tenía miedo de averiguar la respuesta.
-Lo que se le pueda ocurrir al ego humano Kolen, cualquier cosa, mientras pagaran dinero por tu pellejo. A algunos los usan de sirvientes, a los animales a veces de adorno, o comida, pocas veces de supuesta compañía encerrados en celdas más lujosas pero igual de estrechas. Y otros menos afortunados llegan a parar a malas manos.. - El enano paró de hablar y perdió su mirada en las estrellas, como si estuviera buscando algo muy, muy lejos de aquél bosque.
-Es horrible- Murmuró con voz quebrada Kolen- Es horrible lo que hacen con la vida... ¿por qué?
-Ya te lo dije mocoso, creen que todo les pertenece, ahora deja de hacer preguntas y apura el paso, no llegaremos a Kathembark a tiempo si sigues platicando.
-Thriketh- El niño iba a decir algo más pero el enano lo interrumpió.
-Y no olvides tus modales muchacho, más respeto a tu maestro, a tus amigos los llamarás por su nombre.
-Si maestro
Se decidió no hablar más del tema, ya que se sobreentendía que a Thriketh no le agradaba para nada y Kolen prefería alejarse de los problemas con su mentor, continuaron abriéndose paso por el bosque, entre pinos y matorrales, ambos estaban exhaustos por la hazaña del escape, pero con la ardua búsqueda de fugitivos por parte de los raptores lo mejor era abandonar la zona cuanto antes.